Lectura: Battochi (2025),La tecnología como puente o barrera: “La brecha digital en la Educación”.
Durante los últimos años, sobre todo en el contexto de la pandemia, el vínculo entre tecnología y educación se volvió más evidente y más doloroso. La virtualidad nos empujó a adaptarnos rápido, pero también dejó en evidencia una gran herida que sigue abierta: la brecha digital.
Desde mi lugar como estudiante, me tocó ver de cerca cómo miles de chicos y chicas quedaban excluidos simplemente por no tener internet o un dispositivo para conectarse. No es solo una cuestión de recursos, es una cuestión de derechos.
Este capítulo es una invitación a mirar esa realidad de frente, pero también a descubrir lo que sí está funcionando gracias a la fuerza de las comunidades. Porque sobre todo, hay acción.
1. Cuando estar conectado no es una opción para todos
Lo que descubrí no fue nuevo, pero sí urgente: la brecha digital es una de las formas más crudas de la desigualdad educativa. Mientras cursaba mis propias materias virtualmente, me encontré con cientos de historias de jóvenes que no podían conectarse porque no tenían un celular propio, una computadora o siquiera acceso a internet.
Según el Observatorio Argentinos por la Educación (2021), más del 40% de los hogares vulnerables no contaban con computadoras para uso escolar, y un 18% directamente no tenían internet. Estos números no son solo estadísticas: son rostros, nombres, sueños interrumpidos.
2. Las historias detrás de los números
En uno de los espacios donde participaba como voluntario, conocí a Benjamín, un estudiante de 2° año de secundaria que había dejado de asistir a clases virtuales porque el celular que usaba se le había roto.
“Lo intenté, pero me sentía cada vez más atrás que mis compañeros”, me dijo.
Su historia se repite en muchas otras casas.
Lo mismo escuché en Formosa, en la comunidad rural de Gran Guardia. Allí, el acceso a internet es inestable, y muchas familias no pueden sostener el costo de los datos móviles. María Eugenia, una maestra de la escuela primaria, nos contó:
“Tuvimos que repartir fotocopias en bicicleta y hacer seguimiento por WhatsApp con los pocos celulares que había en la familia”.
Ella caminaba hasta 5 km por día para entregar tareas impresas. Y aún así, con esfuerzo colectivo, lograron que la mayoría de sus estudiantes no abandonaran. Eso habla del poder del compromiso comunitario.
3. Comunidades que se organizan: soluciones desde lo colectivo
Frente a estas realidades, surgen iniciativas que demuestran que sí se puede hacer algo, y que muchas veces la solución nace desde abajo.
En Villa El Sol, conocí el proyecto “Conectando Futuro”, donde madres, docentes y jóvenes reacondicionan tablets donadas y las distribuyen entre estudiantes sin acceso. Además, instalaron puntos de wifi comunitario en clubes barriales y centros culturales.
También está Red Educar Igual, una alianza entre ONGs y empresas tecnológicas que entrega kits digitales con datos móviles y forma a docentes en competencias digitales. Porque el acceso no basta si no hay herramientas para enseñar y aprender con tecnología.
O el caso de la Fundación Equidad, que reacondiciona computadoras en desuso y las entrega a escuelas de todo el país, y Potrero Digital, que forma jóvenes en oficios digitales para mejorar su empleabilidad en sectores vulnerables.
Estas experiencias muestran que, cuando hay voluntad y organización, la tecnología sí puede ser un puente hacia la inclusión.
Battochi, K. A. (2025, 9 abril). Capítulo 4: La tecnología como puente o barrera: “La brecha digital en la Educación”. https://www.linkedin.com/pulse/cap%C3%ADtulo-4-la-tecnolog%C3%ADa-como-puente-o-barrera-brecha-battochi-4fvwf/
Batt
Comentarios
Publicar un comentario